La democracia tiene como parte de sus mecanismos un engrane que permite el movimiento funcional del aparato. Un engrane necesario que constituye un derecho del ciudadano que vive dentro de un sistema que dice llamarse democrático. La premisa de la cual parte el voto es que, lo ejerce el ciudadano desde sus creencias, eligiendo lo que cree que más le conviene; sin embargo, en México hay la necesidad de subrayar que el voto es libre. Si no se tiene la posibilidad de votar por el gobernante que tu crees que hará mejor su trabajo, ese voto no entra como ficha del rompecabezas que construye la democracia.
En la Grecia antigua, no todas las personas que vivían en la ciudad eran considerados ciudadanos, pero todos los ciudadanos tenían la obligación de participar políticamente en las actividades destinadas a la organización del gobierno. En México, la democracia guarda diferencias y similitudes significativas con aquella forma “democrática” instaurada hace tantos años. Aquí los esclavos no existen como nominación y la gente que vive en condiciones de marginación extrema puede votar, siempre y cuando tenga un nombre y un papel que confirme su existencia como mexicano. En este país los ciudadanos tenemos el derecho a votar, además es necesario subrayar que podemos hacerlo libremente.
La obligación se presenta como una demanda, un deber ser. No tenemos obligación de votar, más bien es un derecho; como el derecho al agua, a tener educación o contar con todos aquellos servicios o consignas de las cuales carece tanta gente en el país; es decir, no se nos obliga a nadie a ejercer su derecho, sino se escribe en el papel y en el mejor de los casos se lucha por que todos cuenten con tal posibilidad.
Una vez que cuentas con el derecho a votar, el gobierno grita que tu voto debe ser libre, ¿sería un gobierno democrático si no fuera libre? El grito apuesta por hacer escuchar algo que no ha quedado claro. El pleonasmo subraya la pobreza de la calidad democrática del país.
Pero la cosa no acaba en mostrar que el pleonasmo voto libre dentro de un sistema que pregona democracia es subrayar lo ridículo que es. Cuando se habla de un voto secreto, me salta a la cabeza por qué tendría que ser secreto mi voto, queda prohibido expresar mis ideas y preferencias.
En el contexto mexicano, que el gobierno declare que el voto debe ser secreto no es tan descabellado, cada mexicano tiene que tener cuidado con lo que dice y a quien se lo dice. Dentro de mis redes sociales el mensaje que percibo claramente es que vote por quien vote soy un tarado. Ya sea que así me designe uno u otro conocido. Parece que el diálogo es imposible. No sólo entre los candidatos a un puesto gubernamental, Sino entre los ciudadanos que votaremos por ellos. Las autoridades nos invitan a que nuestro voto sea secreto, es una invitación a no meternos en problemas. La diferencia de opiniones dentro de la sociedad va acompañada de insultos, incapacidad para coexistir dentro de un mismo espacio con diferentes ideas. Es la nueva época de las cruzadas, hay que matar al otro que no quiere pensar como nosotros, el que piensa distinto es menos que nosotros, por tanto, si no lo convertimos, es mejor borrarlo.
Declarar, que el voto debe ser secreto es aprobar las acciones de invalidar al otro en el proceso democrático de nuestro país, es dar por sentado que, si comparto lo que pienso, mis semejantes pueden y están en todo el derecho de acusarme de idiota, pisotearme y señalarme como paria. Es legalizar y aprobar que nuestros candidatos en vez de hablar de sus propuestas e ideas, se dediquen a hablar de lo imbéciles,
lo corruptos y delincuentes que son sus adversarios.
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