lunes, 15 de febrero de 2021

Escuelas privadas, negocios moribundos

Miles de padres de familia perdieron sus trabajos y les fue imposible continuar pagando colegiaturas; otros, prefirieron poner en pausa las actividades escolares de sus hijos y reanudarlas más adelante. Hay otros tantos que no ven diferencias significativas, durante la pandemia, entre incribir a los crios en escuelas privadas y matricularlos en públicas.

Muchas escuelas privadas en México están en aprietos económicos, unas, ya desaparecieron, otras están rozando los límites de la bancarrota. Un conjunto pequeñín de estas escuelas están asociados a la Asociación Nacional para el Fomento Educativo y la Asociación Nacional de Escuelas particulares(ANEF-ANEP); es decir, pagan una cuota por pertenecer.

Todas las escuelas privadas tienen teóricamente el objetivo de formar ciudadanos, brindar educación de calidad a sus estudiantes. Teóricamente su trabajo está enmarcado en la pedagogía; sin embargo, antes que espacios regidos por la teoría, son negocios, comercios regidos por la oferta y la demanda, son espacios ávidos de clientela. Sin clientes, las escuelas privadas desaparecen. Sin lana, la educación privada se esfuma del mapa.

Muchos negocios educativos se han borrado del panorama, al igual que otros tantos negocios con infinidad de rubros que van desde el deporte hasta las agencias de viajes. La ANEF-ANEP está velando por los intereses de sus socios, necesita encontrar veredas que den respuesta a las problemáticas económicas por las que están atravesando sus escuelas.

La semana pasada el presidente de la ANEF-ANEP, Alfredo Villar Jiménez hizo declaraciones muy claras con respecto a las directrices que ha tomado la SEP y que han afectado el flujo de dinero de los comercios educativos. Declaraciones que tienen de fondo contornos monetarios. Su discurso está superpuesto en vigas delgadas y quebradizas que tienen inscritas en sus caras los derechos humanos. ¡Hay que clamar por la salud socioemocional y por una apertura de las escuelas de manera segura. Amenazó con abrir las escuelas a toda costa, mostró los dientes y gruño palabras intimidantes. #Amparo, #instancias legales.

No es tan complicado el trámite para burlar las consignas de las autoridades educativas, basta que le pregunten a su buen amigo Salinas Pliego como meter “un amparo para con estricto apego a la ley defender su derecho a elegir en libertad cómo reciben su educación y garantizar que esta sea de la mejor calidad” Armar centros comunitarios de aprendizaje y abrir sus escuelas descaradamente.

¿Será que están velando por la educación de calidad en el país? En el fondo de la discusión, no está la calidad, ni en este negocio, ni en el de la educación a través de la televisión.

En ambos discursos está el señor Salinas Pliego, por un lado, es dueño de la escuela que chillotió, interpuso su amparo y abrió sus puertas, sin importarle lo que el gobierno le impusiera; por otro, es propietario de la cadena televisora que cobró una buena lana para proyectar clases a distancia y asegurar la educación de calidad de millones de niñas y niños.

Está buenísimo poner en duda la calidad educativa de las alternativas que se ha desarrollado durante la pandemia. Pero, generar una discusión en torno a la calidad educativa con las gafas del negocio resultará soso e inutil. 

Sea cual sea el rubro de los negocios que penden de un hilo en el país, es necesario generar posibilidades que apoyen y den oxígeno.

Publicado en periódico IMPAR 1 de febrero 2021. 

México.

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