Entre una casualidad y otra, los organismos oxidados, comenzaron
a latir a un mismo ritmo.
El ritmo denso encontró eco en las entrañas.
Al calor de los tambores, chispeantes corazones, surgieron
las miradas.
Los ojos brillosos se cruzaron.
Las bocas, con movimientos bruscos, sacaron aire con fuerza
y gritaron.
Nacieron sonidos zigzagueantes y chispeantes.
En medio de balbuceos encimados, el espacio se expandió, se
llenó de intención.
Las respiraciones se alargaron y abrieron un hueco en el
tiempo.
Instante mágico que llenó de sentido al universo.
Tic tac de emociones se arremolinaron al interior de los
cuerpos.
Las palabras contaron historias.
Los labios lanzaron besos, los dientes mordidas.
Un corazón se detuvo.
Silencio.
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