Ahí están, Las miro en el territorio nacional, instituciones con propósitos específicos, funciones claras y estructuradas que, con base en un marco legal, administran presupuestos y actividades para alcanzar sus metas; pueden dar giros inesperados, cambiar sus funciones, administraciones, estructuras y hasta sus propósitos. Ellas están vivas. Ahora más que en la primera, la segunda y la tercera transformación, las instituciones se mueven.
Aplauso para las autoridades, gobernar un espacio social con
instituciones que ya han mirado a los ojos a medusa nos coloca en la quietud y
el silencio, apaga toda posibilidad de movimiento y crecimiento.
Aplauso que se pudre antes de hacer eco. Recortar presupuestos
sin detenerse a pensar qué se está mochando, anular acuerdos antes de
establecer diálogos y tomar decisiones solo mirando a través de un catalejo
montado sobre el barco pirata nos puede llevar al borde del precipicio que se
halla al final del horizonte. Es importante mirar desde distintos lugares,
abrir la mirada y los oídos antes de soltar machetazos con la buena intención
de hacer crecer al país.
Resulta que el CONACYT, a través de la Dirección Adjunta de
Desarrollo Científico, “Diseña, desarrolla e implementa políticas y programas
de apoyo, para promover y fortalecer el desarrollo de la investigación
científica básica y aplicada, coadyuvar a la formación y consolidación de
capital humano de alto nivel académico, contribuir a mejorar la capacidad de
innovación con bases científicas, y colaborar en la apropiación social del
conocimiento.” Para cumplir con estas actividades, esta dirección administra
distintos programas. Uno de ellos es el Sistema Nacional de Investigadores
(SNI), que desde hace 36 años tiene el objetivo de reconocer el trabajo de las
personas que dedican su tiempo a producir conocimiento científico y
tecnológico. A través de evaluaciones por pares se otorgan nombramientos al
mismo tiempo que se dan estímulos económicos para incentivar la investigación y
la producción de conocimiento.
La semana pasada se hizo del conocimiento público que el
estímulo económico destinado a personas que pertenecen a este sistema y que
trabajan en la Universidad Iberoamericana desaparecerá a partir de noviembre
del presente. Esta medida se suma a la tomada el 23 de enero del presente en la
que se suspendió el estímulo económico a Investigadores del SNI de diferentes
escuelas privadas por vencimiento del convenio institucional con CONACYT.
Parece ser que las investigaciones realizadas en estas
universidades privadas son menos relevantes, o que los investigadores que
laboran en dichos institutos tienen menos méritos.
Lo cierto es que son decisiones sin pies, hechas con prisa y
prejuicios. ¿Cuáles son esas investigaciones que se quieren tirar por la borda?
¿Qué se está investigando en estos espacios? ¿Quiénes son estos investigadores?
Una distinción entre instituciones privadas y públicas que
deja de lado a las personas que laboran en ellas, sus méritos y los alcances de
sus investigaciones.
Probablemente la Universidad Iberoamericana tomará medidas
para que no se vean afectados sus investigadores y chance hará menos amargo el
trago. Esto no desaparecerá en ninguna medida el sablazo sordo y lleno de
prejuicio.
Publicado en periódico IMPAR 12 de octubre 2020.
México.
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