El Secretario de Educación Pública relató lo que ha pasado, está pasando y piensa que va a ocurrir en términos educativos en el país. Entre preguntas, reclamos y uno que otro elogio. Esteban Moctezuma compareció ante la cámara de senadores el pasado 14 de octubre.
Dio cuentas, números. Cuántas
cuentas de correo electrónico fueron creadas por alumnos durante la pandemia;
cuánto dinero se gasta en alumnos presenciales y cuánto en alumnos de
preparatoria en línea; cuántos hogares con televisión hay en el país, cuántos
estudiantes en una familia con solo una televisión pueden tomar sus clases en
línea sin tenerse que preocupar de encimar los horarios; cuántos cuadernillos;
cuántos, cuántos, cuántos.
La educación parece tratarse como
un asunto meramente económico, de números. Hay que saber cuántas personas están
matriculadas en educación media superior; si son más que en administraciones
pasadas, entonces vamos mejorando. Si se crearon 19 millones de cuentas de
correo electrónico para iniciar un proceso educativo en línea, es porque vamos
por un buen camino en la educación a distancia. Si se destinaron tantos
millones de pesos a crear universidades, el gobierno lo está haciendo genial
porque está generando más oportunidades educativas.
Necesitamos de los números para
dar cuenta de lo que está pasando en nuestra realidad educativa. Es fundamental
que el señor Esteban de cuenta de cómo se está gastando la lana y a quienes
beneficia. Sin embargo, reducir a números el tema educativo nacional resulta
peligroso. En ningún momento escuché al Secretario explicar o argumentar porque
era tan indispensable generar un programa de educación a distancia que contemplara y esperara conseguir los
mismos aprendizajes que se tenían planeados en modo presencial. ¿Por qué no
preguntarse si podían generar programas educativos a distancia al margen del
currículum escolar y regresar a este, cuando las clases presenciales pudieran
reanudarse?
Se habló de conectividad, acceso
a internet. Lo cierto es que el país tiene una infraestructura paupérrima y las
desigualdades, como bien se subrayó durante la comparecencia, son enormes.
¿Acaso no pudieron imaginarse otras estrategias? Un equipo de trabajo robusto
y, ¿lo único que se les ocurrió fue clases por internet, televisión radio y
unos cuantos cuadernillos repartidos conforme al nivel de marginación?
Para el próximo año se anuncian
cortes presupuestales, programas sin recursos. Se necesita dinero para sacar
proyectos adelante. Se precisa de un gestor que administre los recursos y nos
informe como se gastan; pero también es vital conocer cuál es el plan de
acción. ¿Por qué se toman ciertas decisiones y no otras?, ¿por qué gastamos
millones en las nuevas universidades para el bienestar “Benito Juárez García” y
no se invierte en las universidades que existen actualmente?, ¿Por qué es
importante para el gobierno que haya más universitarios?
¿Por qué quieren educar? ¿Sobre
qué quieren educar? Y ¿Para qué quieren educar?... ¿Quieren educar?
Como gobierno son preguntas que
tendrían que circular de continuo, ser relevantes. En esta escena no se
cuestionó, tal vez en otra, en otro tiempo.
Publicado en periódico IMPAR 19 de octubre 2020.
México.
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