lunes, 24 de agosto de 2020

Clases por televisión para todos

Los esfuerzos por integrar a la televisión a los planes educativos del estado tienen casi 70 años.

En 1951, estudiantes de la Escuela Nacional de Medicina, presenciaron en vivo y a color, lecciones de anatomía; el primer programa de Canal 11, en 1959, fue una clase de matemáticas; en 1965 dio inicio el programa piloto de Alfabetización y telesecundaria por televisión a cargo de la Dirección General de Educación Audiovisual. El primero fue suspendido en 1970, solo duró cinco años.

Para formalizar el proyecto de telesecundarias en México, el gobierno investigó cómo se había utilizado la televisión como medio pedagógico en otros países,  desarrolló un programa piloto con exitosos resultados.

El 29 de agosto de 1967, hace casi 53 años, Pedro Gringoire publicó en el Excelsior un artículo que reconocía que la televisión “era valiosa y eficaz como auxiliar del maestro en la enseñanza, pero jamás  podría sustituirlo. El elemento primordial de la enseñanza era el maestro. Por vívido y gráfico que apareciera el maestro ante el telespectador, se trataba de su imagen, y entre ésta y la persona del alumno, no podría haber comunicación, lo más valioso en la enseñanza. Faltaba el valor humano de la relación directa, viva y personal. En otras palabras, en un proceso normal de educación, el maestro era insustituible. Por tanto a pesar de los grandes valores de la televisión, debía empleársela sólo como auxilio y no como elemento principal de la enseñanza”

En 1968 el Secretario de Educación Pública, Agustín Yáñez, suscribió un acuerdo mediante el cual otorgó validez oficial a los estudios realizados  en Telesecundaria, A  partir de este momento Las Telesecundarias han sido parte del Sistema Educativo Nacional.

De acuerdo con las cifras de la SEP, para el ciclo escolar 2018-2019, el 46% de las escuelas de nivel secundaria eran telesecundarias y el 21% de los alumnos de educación secundaria en México estudiaban en telesecundarias.

Montones de niños ya estaban educándose con la televisión antes de que llegara la pandemia y otros más lo hacían desde sus casas con los contenidos tan vivarachos que se transmiten en las televisoras que ahora son aliadas oficiales de las autoridades educativas.

La televisión como herramienta principal en el programa Aprende en casa II es necesaria en un territorio cuya infraestructura es paupérrima, se nos aparece como un medio pedagógico que puede dar esperanza y posibilidad a millones de niños que se encuentran entre la desazón y la indiferencia. Faltará el maestro que haga diálogo. Al final del día sabemos que el bache en el asfalto será devastador y la brecha de desigualdad crecerá terriblemente; sin embargo, durante muchísimos años se ha empleado para dar posibilidad en medio de la marginación. Es un excelente apoyo en el ámbito educativo.

Televisión compañía, fantasma que hará, hace y ha hecho migas con la infancia olvidada de nuestro país.

El problema de este proyecto no está en los medios que utiliza para dar respuesta a un problema que hasta hace unos meses era pura fantasía. Las desigualdades y la triste calidad educativa que existe son características añejas de un sistema viciado y desinteresado. El peligro aparece cuando las autoridades educativas se posicionan en el lugar del ¡No pasa nada! Nuestro Secretario de Educación afirma con orgullo que los contenidos educativos incluirán los aprendizajes esperados. ¿Qué esperamos que aprendan los niños? ¿Por qué tendríamos que esperar que aprendan lo mismo en situaciones tan disimiles?

Hay una invitación clara por parte de nuestras autoridades, Hagamos de cuenta que los niños van a aprender lo mismo con y sin maestros, dentro y fuera de la escuela. Los pasamos de año y ahora que regresen a la modalidad escolarizada, que los maestros evalúen el rezago educativo y ya, lo vamos sumando al rezago en el que vive el país.

El gobierno quiere un pueblo que tenga una mayoría con educación media superior; no importará que esa mayoría a duras penas sepa leer y entienda muy poco lo que significan los sonidos que salen de su boca cuando une una letra con la otra.

“Tendremos la mejor educación posible” dijo Moctezuma, y es cierto, hay una dificultad técnica que pone boca abajo las dinámicas pedagógicas que se vivían antes de la pandemia. Y como autoridad tienen la responsabilidad de dar respuesta. Sería enriquecedor si el gobierno prestara atención a las voces magisteriales que proponen desde la diversidad  y apoyara las distintas propuestas que nacen en los contextos. Sería provechoso que se diseñaran planes pedagógicos específicos para estos tiempos y estas condiciones. Que se hiciera una apuesta en pro de la lectura en lugar de pensar en dar continuidad a los planes educativos en un afán por tapar el sol con un dedo. 

Un fragmento de este texto fue publicado en periódico IMPAR 24 de agosto 2020. 
México.

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