Los esfuerzos por integrar a la televisión a los planes educativos del estado tienen casi 70 años.
En 1951, estudiantes de la Escuela Nacional de Medicina,
presenciaron en vivo y a color, lecciones de anatomía; el primer programa de Canal
11, en 1959, fue una clase de matemáticas; en 1965 dio inicio el programa
piloto de Alfabetización y telesecundaria por televisión a cargo de la
Dirección General de Educación Audiovisual. El primero fue suspendido en 1970,
solo duró cinco años.
Para formalizar el proyecto de telesecundarias en México, el
gobierno investigó cómo se había utilizado la televisión como medio pedagógico
en otros países, desarrolló un programa
piloto con exitosos resultados.
El 29 de agosto de 1967, hace casi 53 años, Pedro Gringoire
publicó en el Excelsior un artículo que reconocía que la televisión “era
valiosa y eficaz como auxiliar del maestro en la enseñanza, pero jamás podría sustituirlo. El elemento primordial de
la enseñanza era el maestro. Por vívido y gráfico que apareciera el maestro
ante el telespectador, se trataba de su imagen, y entre ésta y la persona del
alumno, no podría haber comunicación, lo más valioso en la enseñanza. Faltaba
el valor humano de la relación directa, viva y personal. En otras palabras, en
un proceso normal de educación, el maestro era insustituible. Por tanto a pesar
de los grandes valores de la televisión, debía empleársela sólo como auxilio y
no como elemento principal de la enseñanza”
En 1968 el Secretario de Educación Pública, Agustín Yáñez,
suscribió un acuerdo mediante el cual otorgó validez oficial a los estudios
realizados en Telesecundaria, A partir de este momento Las Telesecundarias
han sido parte del Sistema Educativo Nacional.
De acuerdo con las cifras de la SEP, para el ciclo escolar
2018-2019, el 46% de las escuelas de nivel secundaria eran telesecundarias y el
21% de los alumnos de educación secundaria en México estudiaban en
telesecundarias.
Montones de niños ya estaban educándose con la televisión
antes de que llegara la pandemia y otros más lo hacían desde sus casas con los
contenidos tan vivarachos que se transmiten en las televisoras que ahora son
aliadas oficiales de las autoridades educativas.
La televisión como herramienta principal en el programa
Aprende en casa II es necesaria en un territorio cuya infraestructura es
paupérrima, se nos aparece como un medio pedagógico que puede dar esperanza y
posibilidad a millones de niños que se encuentran entre la desazón y la
indiferencia. Faltará el maestro que haga diálogo. Al final del día sabemos que
el bache en el asfalto será devastador y la brecha de desigualdad crecerá
terriblemente; sin embargo, durante muchísimos años se ha empleado para dar
posibilidad en medio de la marginación. Es un excelente apoyo en el ámbito
educativo.
Televisión compañía, fantasma que hará, hace y ha hecho
migas con la infancia olvidada de nuestro país.
El problema de este proyecto no está en los medios que
utiliza para dar respuesta a un problema que hasta hace unos meses era pura
fantasía. Las desigualdades y la triste calidad educativa que existe son
características añejas de un sistema viciado y desinteresado. El peligro
aparece cuando las autoridades educativas se posicionan en el lugar del ¡No
pasa nada! Nuestro Secretario de Educación afirma con orgullo que los
contenidos educativos incluirán los aprendizajes esperados. ¿Qué esperamos que
aprendan los niños? ¿Por qué tendríamos que esperar que aprendan lo mismo en
situaciones tan disimiles?
Hay una invitación clara por parte de nuestras autoridades,
Hagamos de cuenta que los niños van a aprender lo mismo con y sin maestros,
dentro y fuera de la escuela. Los pasamos de año y ahora que regresen a la
modalidad escolarizada, que los maestros evalúen el rezago educativo y ya, lo
vamos sumando al rezago en el que vive el país.
El gobierno quiere un pueblo que tenga una mayoría con
educación media superior; no importará que esa mayoría a duras penas sepa leer
y entienda muy poco lo que significan los sonidos que salen de su boca cuando
une una letra con la otra.
“Tendremos la mejor educación posible” dijo Moctezuma, y es
cierto, hay una dificultad técnica que pone boca abajo las dinámicas
pedagógicas que se vivían antes de la pandemia. Y como autoridad tienen la
responsabilidad de dar respuesta. Sería enriquecedor si el gobierno prestara
atención a las voces magisteriales que proponen desde la diversidad y apoyara las distintas propuestas que nacen
en los contextos. Sería provechoso que se diseñaran planes pedagógicos
específicos para estos tiempos y estas condiciones. Que se hiciera una apuesta
en pro de la lectura en lugar de pensar en dar continuidad a los planes
educativos en un afán por tapar el sol con un dedo.
Un fragmento de este texto fue publicado en periódico IMPAR 24 de agosto 2020.
México.
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